A la orilla de la playa, cientos de pequeñas tortugas de apenas 15 centímetros de longitud desafían la fuerza de las olas, impulsadas por una herencia genética y guiadas por el magnetismo de la tierra y la frecuencia del oleaje que les llevará a emprender un largo viaje de más de 10.000 millas, a lo largo de todo el Atlántico Norte. Pero su historia empieza 60 días atrás...
La época de reproducción de la tortuga boba (Caretta caretta) da comienzo en marzo y alcanza su clímax de junio a agosto, pero se alargará aún en las próximas semanas, hasta octubre. A partir de los 10 años las hembras ya están en condiciones de reproducirse. Quien haya visto una puesta de tortugas sabe de la dificultad y lo fascinante del proceso: de noche, mejor sin luna llena para proteger su intimidad, las tortugas salen de las profundidades del océano y se arrastran por la playa hasta encontrar el lugar adecuado para la puesta.
Una vez allí, empieza a excavar con sus aletas para formar el nido. Pacientemente, con su cara y cuerpo embadurnados de arena y “llorando” por el esfuerzo realizado, la tortuga hembra deposita, uno tras otro, un centenar de huevos similares a pelotas de ping pong.
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